No es un secreto que el compositor clásico Ludwig van Beethoven era un apasionado de su café matutino.
La evidencia escrita más antigua sobre su conexión con los granos de café proviene de su diario realizado durante su primera visita a Viena en diciembre de 1792.
Cuando llegó a Viena preparó una lista de comestibles y compras. Las cosas en su lista eran las que esperarías en una canasta de un compositor clásico.
Artículos como peluquero, abrigo, botas, zapatos, pianoforte-escritorio, sello, escritorio y pianoforte-dinero. Pero esos elementos no fueron los que despertaron nuestro interés.
Había un elemento especial escrito en negrita y subrayado - café.
Cómo hacer café como le gustaba a Beethoven
Los historiadores a menudo notan que contaba meticulosamente los granos de café. Sesenta, para ser exactos.
Cuenta meticulosamente los frijoles a mano y, a veces, los verifica dos veces.
Aunque esta historia suena como algo que él haría, no hay evidencia creíble para esta anécdota.
No sabemos qué herramientas usó Beethoven para hacer su café de 60 granos, pero la cantidad de posos proporcionados por 60 granos podría ser un indicador.
Ese número exacto de granos produce alrededor de 8 gramos de café molido, que es suficiente para preparar un trago de espresso. ¡Y en ese momento ni siquiera se había inventado el espresso!
La conexión Bach-Beethoven
Al igual que Beethoven, Johann Sebastian Bach aparentemente era adicto al café y se dice que consumía hasta 30 tazas al día.
Sin embargo, una cosa es segura: amaba tanto el café que escribió una Coffee Cantata (Schweigt stille, plaudert nicht, BWV 211).
En Esta Cantata, un padre exige que su hija deje su adicción al café para poder encontrar un marido adecuado.
Finalmente decide casarse, pero solo después de haber encontrado a alguien que ama el café tanto como ella.